¿Meditar es poner la mente en blanco? Mito y realidad

Más de una vez amigos cuando se enteran que me medito me han dicho: “yo no sirvo para eso, porque no puedo dejar la mente en blanco” o “me parece aburrido” o “eso me da sueño”. Hoy vamos a comenzar por ese primer malentendido. ¿Meditar es sinónimo de dejar la mente en blanco? Y la respuesta corta es no, la mente, por naturaleza, piensa. Está hecha para generar ideas, recuerdos, planes, juicios. Pedirle que quede en un vacío absoluto sería como pedirle al corazón que deje de latir. Meditar no consiste en apagar la mente, sino en cambiar la relación que tenemos con lo que aparece en ella.

“Aclaremos de entrada que la meditación no consiste en intentar dejar la mente en blanco bloqueando los pensamientos—lo cual, de todos modos, es imposible”.
— Matthieu Ricard

Imagina lo siguiente: acabas de comprar un smartphone con una excelente cámara, pero al principio las fotos que tomas no son buenas. Sin dominar aún las configuraciones, las imágenes salen movidas, llenas de ruido; con el tiempo y la práctica, ajustas los valores y las fotos son tremendas. Meditar es eso: afinar ese enfoque; aprender a notar pensamientos, emociones y sensaciones sin quedarnos pegados a ellos ni pelear con ellos; permanecer con ellos, como un testigo.

No buscamos anestesia ni indiferencia; la meditación no es un ejercicio egoísta. Buscamos claridad y equilibrio. La práctica nos enseña a reconocer cómo se encadenan los pensamientos y nos permite volver, una y otra vez, a un punto de referencia sencillo: la respiración, el cuerpo, un sonido. Ese “volver” es el corazón de la meditación.

Uno de mis maestros de meditación me dio uno de los consejos más bonitos cuando, en medio de una sesión por Zoom, le comentaba mis frustraciones. Le dije: “José Manuel, hoy mi mente hoy estuvo particularmente divagante; no sé si sirva para esto”. Él me respondió: “Esas sesiones son una bendición, porque te permiten ser consciente cada vez que tu mente divaga para regresar a tu punto de atención. Cuando lo hagas, sonríe”.

Hombre meditando

Resumen: qué es meditar y qué no es

¿Qué es meditar?

  • Atención amable. Notar lo que ocurre sin forzarlo y sin castigarnos por haber divagado, aunque tampoco se trata de alentarlo.

  • Entrenamiento gradual. Como fortalecer un músculo en el gimnasio (que me encanta): al empezar, poco peso y baja intensidad; con constancia, llegan los resultados.

  • Espacio interior. Ser consciente del paso entre estímulo y respuesta en tus pensamientos; abrir un margen para elegir mejor.

  • No identificarte con tus pensamientos. Entender que no eres mente; a veces ella va por su cuenta, y lo importante es enseñarle quién está al mando.

¿Qué no es meditar?

  • Silenciar a la fuerza los pensamientos ni tener la mente en blanco.

  • “Desconectarse” de la vida.

  • Huir de los conflictos internos.

  • Ser la solución a todos tus problemas: no es una panacea, pero sí una herramienta valiosa como pocas.

La próxima vez que pienses que meditar es “vaciar” o “apagar” la mente, recuerda que no es así. Meditar es educar la atención: entrenarla como el bíceps o las piernas, enseñarle a ver con más nitidez lo que ya está ocurriendo y ayudarte a responder con más sabiduría. Pensamientos habrá —buenos y malos, tristes y felices—; lo que cambia con la práctica es el lugar desde el cual los miras y la libertad para no seguir cada historia que aparece. Una mente que divaga menos te hará más feliz. Si al leer esto reconoces ese viejo mito de la “mente en blanco”, te invito a probar unos minutos diarios. En el próximo post te traeré un ejercicio. No necesitas un ambiente perfecto, ni incienso, ni horas libres: solo volver, una y otra vez.

La última vez cerré los ojos en el MIO (el sistema de transporte público caleño) y me concentré en los ruidos, el aire acondicionado, las risas de quienes veían reels, alguien que tarareaba una canción. Mi mente se iba a un futuro viaje; yo regresaba a los sonidos de mi presente. Ese “volver” es la práctica. Y, con el tiempo, ese “volver” también se vuelve tu manera de estar en el mundo: más tranquila.